LA REINA EN EL PALACIO DE LAS CORRIENTES DE AIRE

Los lectores que llegaron con el corazón en la mano, al final de La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina, quizás ahora no prefieran continuar leyendo estas líneas, y descubrir lo que le acontece a Lisbeth Salander. Como ya lo intuíamos, Lisbeth no está muerta; con una bala en el cerebro, lo que necesita es un milagro o el cirujano más habilidoso para que le salve la vida. Le esperan semanas de aislamiento dentro del mismo centro donde un paciente sumamente peligroso sigue acechándola: Alexander Zalachenko, Zala. Desde la cama del hospital y sin importar su gravísima condición, Lisbeth hace esfuerzos sobrehumanos para estar atenta porque sabe que sus impresionantes habilidades informáticas van a ser una vez más, la mejor defensa. Mientras tanto, con una Erika Berger sumida entre luchas de poder y estrategias comerciales del poderoso periódico Svenska Morgon-Posten; en horas bajas y tras la caída de las ventas y de los anunciantes, Mikael se siente solo, quizás Lisbeth lo haya aislado de su vida, pero a medida de que sus investigaciones avanzan, y los oscuros fundamentos que se encuentran tras el complot contra Salander, van tomando forma. Mikael sabe que no puede dejar en manos de la justicia y del Estado, tanto la vida como la libertad de Lisbeth. Pesan sobre ella, fuertes acusaciones que hacen que la policía mantenga la restricción de aislamiento, así que Kalle Blomkvist tendrá que arreglárselas para poder llegar hasta ella y poder ayudarla muy a su pesar, para hacerle saber que sigue allí, a su lado y para siempre.